Caso real QHHT: Vida Pasada & Propósito de vida.

Recientemente, durante una sesión de hipnosis regresiva de QHHT, una de mis clientas experimentó un viaje profundo del alma, donde descubrió algo revelador. Ella ya sabía que su propósito en esta vida era ayudar a mujeres, empoderarlas, crear un círculo de apoyo y sanar a través de la comunidad. Pero lo que no sabía es que ese propósito venía de otra vida.

En esa vida pasada, estaba sumida en una tristeza profunda, flotando bajo el agua, sola, en un mundo donde las mujeres habían desaparecido. Su tribu, su comunidad, había sido destruida, y los hombres se encontraban presentes, pero sin ellas, la esencia de la vida se había perdido. La mujer ya había experimentado esa ausencia, esa pérdida de conexión entre mujeres.

Fue entonces, a través de la regresión, que ella conectó su propósito actual con esa vida pasada. El anhelo de recuperar la tribu y la comunidad femenina que había perdido en esa existencia se transformó en su misión en este presente: ayudar a las mujeres a sanar juntas, a encontrar su fuerza en la unión, a recuperar lo que una vez se desvaneció.


Transcribo a continuación una narración-novelada de lo que experimentó en la sesión. Gracias!!

Ella estaba sumergida bajo el agua. La tristeza la envolvía por completo, como si el océano entero hubiera decidido tragarse su alma. Estaba sola, flotando sin esfuerzo, con los ojos abiertos, mirando al mundo desde el fondo. Los sonidos de la vida se desvanecían a medida que se hundía más y más, como si el agua la separara de todo. Podía oír las risas de los niños en la orilla, pero eran ecos distantes, irreales. La pena que sentía era tan grande que el agua parecía ser su único refugio, su única forma de sostenerse.

El tiempo transcurría sin prisa, hasta que algo la empujó hacia la superficie. Respiró profundamente, pero la tristeza aún la perseguía. Cuando miró a su alrededor, vio el campamento de su tribu. Los hombres estaban sentados alrededor de un fuego, hablando en voz baja. Ella observaba desde la distancia, como una sombra invisible. Algo faltaba. No había mujeres, solo hombres. El espacio estaba vacío, pero no por la ausencia de cuerpos, sino por la falta de su presencia. La mujer había perdido algo, y no podía entender qué. La sensación de vacío era palpable, como si el corazón de la tribu se hubiera roto.

Recordó otro tiempo. Aquel día, estaba con su hija, de unos tres o cuatro años, bañándose juntas en el agua. Todo era distinto entonces. Había risas, no de los hombres, sino de las mujeres y los niños. La mujer la miraba feliz, viendo cómo su hija jugaba y se bañaba en la laguna. Había algo especial en ese momento, una paz que parecía imposible en su vida, pero que había sido real mientras compartía esos instantes con la niña. Juntas, en el agua, nada más importaba. En ese momento, sentía que aún podía encontrar la felicidad.

Sin embargo, algo cambió. La mujer fue arrastrada de nuevo al presente, a la realidad del dolor. Vio a los caballos acercándose, con el sonido de los cascos resonando en el aire. Los hombres venían de todas partes, y detrás de ellos, las sombras del saqueo. Los caballos avanzaban, con los guerreros montados, y la tribu, sin defenderse, fue derrotada. En medio del caos, las mujeres fueron capturadas, llevadas por la fuerza. La mujer intentó reaccionar, pero estaba paralizada. Todo lo que conocía, todo lo que amaba, se desvaneció en un suspiro. Los hombres se llevaron a las mujeres, a las madres, a las hermanas, a las hijas. La tribu quedó desmembrada, rota.

Y entonces, la mujer comprendió: el vacío en su corazón no era solo suyo, sino de toda su gente. Las mujeres habían desaparecido, y con ellas, la esencia de la vida que había conocido. Los hombres, aunque presentes, ya no sabían cómo vivir sin ellas. La tribu se había perdido, la comunidad se había roto, y la mujer, que había aprendido a sobrellevar su tristeza, ahora entendía que la paz que tanto anhelaba solo vendría con el regreso de lo perdido.